Les comparto este fragmento del discurso que pronunció José Martí en el Liceo Cubano en Tampa el 26 de noviembre de 1891.Tomado taquigráficamente, reproducido y distribuído en hojas sueltas bajo el nombre :
Con todos y para el bien de todos
¡Unámonos, ante todo, en esta fe; juntemos las
manos, en prenda de esa decisión, donde todos las vean, y donde no se olvida
sin castigo; cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por
medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los
cubanos!
¡De todos los cubanos! Yo no sé qué misterio de
ternura tiene esta dulcísima palabra, ni qué sabor tan puro sobre el de la
palabra misma de hombre, que es ya tan bella, que si se le pronuncia como se
debe, parece que es el aire como nimbo de oro, y es trono o cumbre de monte la
naturaleza! Se dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce
por nuestras entrañas, y se abre sola la caja de nuestros ahorros, y nos
apretamos para hacer un puesto más en la mesa, y echa las alas el corazón
enamorado para amparar al que nació en la misma tierra que nosotros, aunque el
pecado lo trastorne, o la ignorancia lo extravíe, o la ira lo enfurezca, o lo
ensangriente el crimen! ¡Cómo que unos brazos divinos que no vemos nos aprietan
a todos sobre un pecho en que todavía corre la sangre y se oye todavía,
sollozar el corazón! Créese allá en nuestra patria, para darnos luego trabajo
de piedad, créese, donde el dueño corrompido pudre cuanto mira, un alma cubana
nueva, erizada y hostil, un alma hosca, distinta de aquella alma casera y
magnánima de nuestros padres e hija natural de la miseria, que ve triunfar al
vicio impune, y de la cultura inútil, que sólo halla empleo en la contemplación
sorda de sí misma! ¡Acá, donde vigilamos por los ausentes, donde reponemos la
casa que allá se nos cae encima, donde creamos lo que ha de reemplazar a lo que
allí se nos destruye, acá no hay palabra que se asemeje más a la luz del
amanecer, ni consuelo que se entre con más dicha por nuestro corazón, que esta
palabra inefable y ardiente de cubano!
José Martí